La Selección Mexicana volvió a mostrar su peor cara en San Pedro Sula, cayendo 2-0 ante Honduras en el partido de ida de los Cuartos de Final de la Concacaf Nations League. En un Estadio General Francisco Morazán abarrotado y bajo una lluvia incesante por la tormenta tropical Sara, los dirigidos por Javier “Vasco” Aguirre entregaron una actuación para el olvido, como suele suceder de dos años a la fecha.
El equipo nacional, históricamente con dificultades en suelo catracho, no solo perdió, sino que lo hizo de manera patética. Desde el silbatazo inicial, los jugadores mexicanos lucieron sin alma, sin ideas y, lo peor de todo, sin calidad. Futbolistas como Jorge Sánchez, Alexis Vega y Jesús Angulo demostraron que portar la camiseta tricolor les queda enorme. Incluso Julián Quiñones, aclamado como el refuerzo salvador, estuvo ausente y desconectado.
El primer gol hondureño llegó al minuto 63 gracias a Luis Palma, quien necesitó menos de un minuto en el campo para hacer daño. Un despeje torpe de César Montes y un Memo Ochoa inseguro regalaron el 1-0. La fragilidad defensiva mexicana fue evidente, y nadie asumió el liderazgo en una línea que parecía amateur.
La segunda anotación llegó al minuto 82, nuevamente por obra de Palma. Con una jugada que inició desde la media cancha, el atacante hondureño sorteó a una defensa que más que competir parecía rendida, y disparó desde fuera del área para vencer a un Memo Ochoa estático y desubicado.
El equipo de Aguirre, que venía de una victoria engañosa contra Estados Unidos, evidenció una crisis profunda. Sin juego colectivo, con errores infantiles y nula efectividad, el Tricolor demostró que está lejos de ser el “Gigante de la Concacaf”.
El panorama es sombrío. México deberá ganar por tres goles en el partido de vuelta en Toluca, algo que parece imposible considerando el nivel mostrado. Si no lo logra, el proceso de Aguirre podría añadir otro capítulo a la historia de fracasos recientes, y el público mexicano tendrá aún más motivos para exigir cambios drásticos en una Selección que parece haber olvidado lo que significa competir.