México elude la deuda externa para impulsar el desarrollo social

El gobierno federal ha adoptado una estrategia cautelosa al evitar solicitar préstamos a los Organismos Financieros Internacionales (OFI) con el fin de financiar proyectos de desarrollo social. Esta opción, aunque no es la más económica, se caracteriza por ser transparente y cuenta con una serie de salvaguardias que exigen rendición de cuentas.

La política oficial de México busca evitar un mayor endeudamiento en el extranjero, lo cual incluye descartar las opciones proporcionadas por instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Estas instituciones financieras se centran en proyectos sostenibles y en colaboraciones con el sector privado para el desarrollo conjunto.

La administración del presidente Andrés Manuel López Obrador tiene como estrategia utilizar préstamos de los OFI únicamente como complemento a la emisión de deuda en los mercados internacionales, y solo en casos de extrema necesidad. A diferencia de gobiernos anteriores, se ha buscado reducir el monto de endeudamiento para evitar depender aún más de estas instituciones, con un enfoque defensivo.

Antes de la pandemia, los costos de los préstamos se encontraban cerca del 0%. Sin embargo, en la actualidad, debido al aumento de las tasas de interés en todo el mundo para hacer frente a la crisis inflacionaria, el costo del dinero prestado se ha encarecido. Esto ha resultado en un aumento de la deuda adquirida por varios países con estos organismos, así como en el pago de intereses con una sobretasa adicional a la del mercado.

Una de las razones que explica la postura defensiva de México frente a los OFI es mencionada por Luis Gonzali, vicepresidente y codirector de Inversiones en Franklin Templeton: “Este tipo de deuda no es necesariamente favorable para un país como México, que tiene la capacidad de acceder a los mercados a tasas de interés favorables”. Gonzali destaca que el costo tiende a ser más alto en plazos cortos, ya que estos organismos prestan con poca frecuencia a más de cinco años, mientras que México tiene la capacidad de obtener financiamiento en los mercados internacionales a plazos de hasta 30 años sin dificultad, debido a su calificación crediticia.

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