La actual sequía en la Amazonia brasileña, que alberga la mayor reserva de agua dulce del mundo, podría convertirse en una crisis histórica y prolongarse hasta enero debido a los efectos del fenómeno El Niño, advierten fuentes oficiales brasileñas. El Centro de Monitoreo de Alertas y Desastres Naturales (Cemaden), vinculado al Ministerio de Ciencia y Tecnología de Brasil, pronostica que los efectos de El Niño en la región serán más severos este año en comparación con las crisis de sequía experimentadas en 2015 y 2016.
A pesar de que la temporada de sequía recién comienza, la disminución de los niveles de los ríos amazónicos está afectando a la navegación, la pesca, la agricultura, el equilibrio ambiental y el suministro de agua, alimentos y combustibles en numerosos municipios. También se han reportado muertes masivas de peces, incluyendo al menos 110 delfines fluviales en el río Tefé, aparentemente causadas por la sequía, las temperaturas récord y el aumento de la acidez en los ríos.
Los expertos advierten que esta sequía podría agravarse en diciembre y enero y solo comenzar a mejorar en marzo o abril de 2024, cuando se espera que comiencen las lluvias. La combinación de la reducción de las precipitaciones estacionales con el fenómeno El Niño, que inhibe la formación de nubes, está empeorando la situación.
La sequía también ha sido exacerbada por el calentamiento del Atlántico tropical y un aumento en los incendios forestales en la Amazonia. Se prevé que algunos ríos, incluido el Amazonas, tengan un flujo inferior al promedio histórico, lo que afectaría la navegación y la pesca.
El estado de Amazonas, el más grande de la región, ya ha declarado una situación de emergencia debido a la sequía, y se estima que alrededor de 500,000 personas podrían verse afectadas por la falta de acceso a alimentos y agua potable en esta área, donde el transporte fluvial es esencial para la distribución de suministros.