La frontera norte de México se encuentra en medio de una creciente crisis humanitaria debido a una oleada de migrantes que ha resultado en la suspensión de trenes de carga debido a accidentes con migrantes, protestas y enfrentamientos entre migrantes y autoridades de México y Estados Unidos.
La situación se concentra en la zona metropolitana de Juárez y El Paso, Texas, donde se ha establecido un campamento con alrededor de 500 migrantes en el lado estadounidense del río Bravo.
Esta crisis también ha causado la pérdida de millones de dólares en mercancías varadas debido a la baja capacidad de las aduanas. Al mismo tiempo, la llegada masiva de migrantes de Centroamérica y el Caribe ha llevado a una creciente convicción entre ellos de que alcanzar el “sueño americano” es más factible.
Las autoridades mexicanas realizaron recientemente operativos para llevarse a migrantes que no podían demostrar su estancia legal en el país. Sin embargo, no tienen una estimación precisa de cuántos migrantes están en Ciudad Juárez, ya que cientos llegan sin registro todos los días.
La falta de capacidad en los albergues ha llevado a casi 2,400 personas a esperar citas con autoridades migratorias para regularizar su situación, mientras que más de 5,000 viven en condiciones precarias en casas rentadas, construcciones abandonadas y en las calles.
La situación está afectando tanto a la población local como al sector empresarial, con más de 500 millones de dólares en cargas varadas sin exportar. Los líderes empresariales expresan su preocupación por la falta de control y soluciones efectivas.
Mientras tanto, los migrantes continúan llegando en busca de una vida mejor, a pesar de los desafíos y riesgos que enfrentan en su camino hacia la frontera de Estados Unidos. La situación plantea desafíos tanto para México como para Estados Unidos, que se esfuerzan por abordar esta nueva crisis humanitaria en la frontera norte de México.